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Cerca de 200 personas en el escenario de la Sala Sinfónica con la Orquesta Metropolitana de Madrid, el Coro Talía y el Coro Talía Mini, que se estrenaba en la temporada de abono del Grupo Talía

  • Concierto Voces de cine
  • Sábado 14 de mayo de 2022, 22:30
  • Auditorio Nacional – Sala Sinfónica
  • Orquesta Metropolitana de Madrid – Coro Talía – Coro Talía Mini
  • Directora titular: Silvia Sanz Torre
  • Programa: Música vocal de las BSO de Piratas del Caribe y El código Da Vinci (Zimmer), Los chicos del coro y Los mundos de Coraline (Coulais), Salvar al soldado Ryan, Solo en casa y La amenaza fantasma (Williams), Avatar (Horner), Cómo entrenar a tu dragón (Powell), La misión (Morricone), Crónicas de Narnia (Gregson-Williams), Valkiria (Ottman), Conan el Bárbaro (Poledouris), La conjura de El Escorial (Vivas).

El último concierto de cada temporada es especial y Voces de cine lo fue aún más: un concierto vibrante, lleno de emociones, y un público que aplaudió con entusiasmo cada una de las obras del programa y que, incluso, ovacionó algunas de las interpretaciones, como la del coro “Duel of the Fates” de La amenaza fantasma. El programa presentado por el Grupo Talía no era para menos: coros de bandas sonoras de películas muy conocidas y de todos los géneros firmadas por los más destacados compositores de música de cine (Morricone, Williams, Zimmer, Horner, Gregson-Williams y Poledouris, entre otros) interpretados por el Coro Talía, el Coro Talía Mini y la Orquesta Metropolitana de Madrid bajo la batuta de su directora titular Silvia Sanz Torre.   

¿Por qué Voces de cine?

Voces de cine tiene un porqué. La intención de Silvia Sanz, directora del Grupo Talía, era poner de relieve el papel de la voz en las BSO y, al mismo tiempo, diferenciar este concierto de otros dedicados a música de cine que normalmente son interpretados solo por orquesta, con la intervención ocasional de algún solista. En esta ocasión no hubo un coro, sino dos: el Coro Talía y el Coro Talía Mini, la formación vocal más joven del Grupo Talía que el sábado 14 de mayo se estrenó en la Sala Sinfónica con toda la valentía del mundo y, sobre todo, con mucha ilusión. El programa incluía tanto piezas para coro y orquesta sinfónica como pasajes de las bandas sonoras en los que las voces intervienen sin texto alguno, solo con vocalizaciones, integrándose en el conjunto orquestal como un instrumento más y enriqueciendo la textura sonora.  

Música de cine: todo un desafío

Cantar en vivo música que se ha compuesto para ser grabada en un estudio supone todo un desafío por sus exigencias técnicas para todos los instrumentistas de la orquesta, especialmente para el viento metal; también para los cantantes, con tesituras imposibles en muchas de las obras del concierto. El conjunto de la orquesta y el coro, mantuvo intensidad y tensión hasta el último bis, gracias también al impulso, energía y emoción que Silvia Sanz imprimió a su dirección. En lo que al aspecto vocal se refiere, cabe destacar un detalle curioso, la diversidad de idiomas en que los coros cantaron, lenguas en uso y en desuso y algunas inexistentes. Además del inglés, el latín o el hebreo (El príncipe de Egipto), había textos en sánscrito (“Duelo f the Fates” de La amenaza fantasma), en el supuesto idioma de los na’vi de Avatar, y en el galimatías de vocablos inventados utilizados por Bruno Coulais para Los mundos de Coraline. Precisamente esta última obra, que interpretó Talía Mini, terminaba con otra curiosidad que sorprendió al público, un breve «solo de serrucho» ejecutado por Virginia Gutiérrez frotando el arco de su viola sobre la herramienta convertida ocasionalmente en instrumento musical.

Los chicos del coro

Las voces de Talía Mini merecen una mención especial. Era su primera vez en el ciclo sinfónico de la Orquesta Metropolitana de Madrid y el Coro Talía. Es una formación muy joven, no solo por la edad de sus componentes, sino porque, fundada por Silvia Sanz en 2019, es la más reciente del Grupo Talía. Con 30 niñas y niños de 8 a 15 años, este pequeño coro está en pleno crecimiento y seguro que le espera un futuro lleno de conciertos y música. Para ellos esta primera vez junto a la Orquesta Metropolitana ha sido una experiencia fantástica que quieren repetir. Interpretaron en solitario el popular “Vois sur ton chemin” de la banda sonora de Bruno Coulais para de Los chicos del coro y, del mismo autor, “End Credits Song”, de Los mundos de Coraline; y, junto al Coro Talía, “When you believe”, emotiva canción que nos habla de la fuerza de la fe compuesta por Stephen Schwartz para El príncipe de Egipto, película sobre la vida de Moisés, y el dulce y navideño “Somewhere in My Memory”, de la banda sonora del gran John Williams para Solo en casa. Además del cine familiar, sus voces blancas se sumaron a las del Coro Talía, en el doloroso tema de los créditos finales de Valkiria.

Vivan los contrastes

El concierto comenzó con la música de Hans Zimmer (“Up Is Down”) para Piratas del Caribe: En el fin del mundo (G. Verbinski, 2007). Desde ese momento no nos bajamos del barco de la música para navegar por mares azules y aguas oscuras, en días resplandecientes y en noches de luna, envueltos por nieblas inquietantes, zarandeados por vientos de tempestad o suavemente mecidos por la brisa… Así, la primera parte nos llevó a universos musicales tan diferentes como el del dulce y evocador “Vois sur ton chemin” de Los chicos del coro (C. Barratier, 2004), con música de Bruno Coulais; el fantástico mundo, con sus aires celtas, que John Powell imprimió a la música de Cómo entrenar a tu dragón (C. Sanders, D. DeBlois, 2010), o el sentido homenaje a los que se han ido de Salvar al soldado Ryan (J Spielberg, 1998), con música de John Williams, en la que destacó la sobrecogedora intervención de las trompetas y donde coro y orquesta lo dijeron todo sin pronunciar palabra alguna.

Grandes momentos

Todavía hubo más, la suite extraída por el propio James Horner de su música para la banda sonora de Avatar (J. Cameron, 2009), nos brindó unos de los mejores momentos del concierto transportándonos tanto al idílico mundo de los na’vi como a los episodios de conflicto y tensión en su enfrentamiento con los humanos que amenazan con trastocar su mundo. Sin duda fue una de las más destacadas interpretaciones de coro y orquesta, incluido el precioso solo del concertino (José Gabriel Nunes). Viajamos después a la tierra de los faraones con la mencionada canción “When you believe” compuesta por S. Schwartz para la BSO del El príncipe de Egipto (B. Chapman, S.Hickner, S. Well, 1998) hasta concluir la primera parte del concierto con la magnífica banda sonora compuesta por Ennio Morricone para La misión (R. Joffé, 1986) que comenzó con “El oboe de Gabriel”, la bella y bucólica melodía que representa al padre Gabriel, interpretada con dulzura y expresividad por Nekane Domínguez, oboísta de la Orquesta Metropolitana, seguida del polifónico “Conspectus nostra absentia” hasta terminar con la confluencia de dos mundos sonoros representados por un coro principal, que mueve sus voces con grandes frases vocalizadas por las zonas más agudas del pentagrama, y el pequeño coro folk, que representa el canto reivindicativo de los indígenas con el rítmico “Vita Nostra” (Nuestra vida). Estos dos coros superpuestos con ritmos diferentes representan dos formas de lucha y dos opciones de vida, aunque ambas fracasaron en su intento de proteger a los indios guaraníes: la del Padre Gabriel (la lucha pacífica, la fe y la oración) y la de Rodrigo Mendoza (la lucha violenta con las armas).

Conspiraciones y guerras

Si La misión tiene un trasfondo histórico, también lo tienen algunas de las películas que conformaron la segunda parte del concierto, que se alternaron con cine fantástico, familiar y de ciencia-ficción. Se inició con la música, solemne y oscura al mismo tiempo, de los créditos finales de la película La conjura de El Escorial (A. del Real, 2008), compuesta por Alejandro Vivas, que nos trasladó a los tiempos de Felipe II y a las trágicas consecuencias del asesinato en 1578 de Juan de Escobedo, secretario de Don Juan de Austria. Después de unos minutos de relax con el villancico “Somewhere in My Memory” de la banda sonora (de nuevo, J. Williams) de Solo en casa (C. Columbus, 1990), la Sinfónica se llenó de fantasía y épica a raudales con el increíble pasaje de la batalla (“The Battle”) creado por H. Gregson-Williams para la película Crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario (A. Adamson, 2005). De ahí fuimos a parar a otra guerra, y esta real, la II Guerra Mundial, con el sonido sombrío y doloroso de coro y orquesta que se escucha en “They’ll Remember You”, de los créditos finales de Valkiria (B. Singer, 2008). Con este coro sobre un poema del gran escritor alemán Goethe, el músico John Ottman pone el punto de reflexión al trágico final de la película, que termina con la ejecución de los responsables de la fracasada operación que no logró acabar con Hitler. 

Del duelo de destinos a la batalla final

Acto seguido llegó otro de los grandes momentos de la noche, un coro siempre esperado y anhelado por los amantes de la música de cine, el “Duelo de destinos” o “Duel of the Fates” de La amenaza fantasma (Star Wars, episodio 1- G. Lucas, 1999). La música de John Williams volvió a brillar con una entrega total de orquesta y coro al ritmo frenético marcado por la batuta de Silvia Sanz. Esta pieza para coro y orquesta es en sí misma un espectáculo sonoro imponente si se mantiene la tensión hasta la última nota. Resultado: fue ovacionada por el público con aplausos que se prolongaron durante unos minutos. “Chevaliers de Sangreal” (Caballeros del Santo Grial), de la magnífica banda sonora de Hans Zimmer para El código Da Vinci (H. Slick, 2009) y que acompaña la resolución del misterio en el final de la película, nos acercó también al final del concierto, que concluyó a lo grande con una BSO considerada una obra maestra: la creada por Basil Poladouris para Conan el Bárbaro ((J. Milius, 1982). El coro “The battle of the Mounds”, que corresponde a la última batalla, cuando Conan logra su venganza, fue el concluyente y grandioso final para el intenso programa interpretado por la Orquesta Metropolitana de Madrid, el Coro Talía y el Coro Talía Mini bajo la dirección de Sanz Torre.

Con gran música siempre se pasa bien

No hay concierto del Grupo Talía sin bises. El primero, anunciado por Silvia Sanz, fue el emocionante coro “Non nobis Domine” de la BSO compuesta por Patrick Doyle para la película Enrique V (K. Branagh, 1989) y que el tenor del Coro Talía Marcial Pérez inició con un poderoso solo a capella al que se sumó luego el coro de voces masculinas y poco después la orquesta conformando un continuo crescendo hasta finalizar con la intervención del coro al completo. Y para despedida, de nuevo Piratas del Caribe: En el fin del mundo y el tema “Drink Up Me Hearties” con el característico sonido del acordeón, interpretado por Virginia Gutiérrez, viola de la Orquesta Metropolitana desde su fundación y que es también acordeonista. Muchos aplausos y prolongados, muy buen ambiente y mucha alegría, tanto entre el público, que lo pasó estupendamente, como entre los músicos, pues fue mucho el esfuerzo y bueno el resultado, y, como no, también entre las niñas y niños de Talía Mini. Era muy tarde para ellos, la una menos veinte de la madrugada cuando las formaciones del Grupo Talía y su directora, Silvia Sanz, abandonaron el escenario. Fue un concierto diferente, aunque todavía había algunas mascarillas, por fin pudieron verse muchas sonrisas… ¡Ojalá en el próximo concierto puedan ser ya las sonrisas de todos!